jueves, 1 de noviembre de 2018

Mr. Poke

Ya es media noche y aún no sale ese bastardo. Lo he estado siguiendo desde hace poco más de  dos semanas y siempre tiene la misma rutina, pero... ¿Por qué tardará tanto? ¡Bully! Tienes que calmarte, todo saldrá a la perfección, no es el primero ni el último. He vaciado un poco el tanque de su auto, esto suena tan cliché, pero no a todos les resulta bien. No lo han planeado tan perfectamente como yo...

Han pasado quince minutos y todavía no sale... Espera, ahí está. Todo saldrá a lo planeado. Esto es solo un entrenamiento. Muy pronto nos veremos, detective Strokes, muy pronto nos veremos.

Es cierto, puedo oler como apestan sus manos a pescado. Sé que está vivo entre sus manos…

«—¿Vas a comerte tu plato, maldito bastardo? —Dijo Jacob, mi padrastro, alzando la voz con tono amenazante. 

—¿Eso fue una orden? — Le pregunté a mi mente.

—No te quedes paralizado, mocoso estúpido. —Tomó pedazo por pedazo el pescado y lo metió en mi boca. No soportaba el olor y Billy lo sabía.

—¡Detente! —dijo Billy, mi hermano gemelo, intentando defenderme. —Pero sabía que ahora él estaba en su mira.»

Tienes que concentrarte Bully, no se te puede escapar. Enciende el auto que ya es hora. Sigue el olor de ese bastardo. Conduje siguiendo su rastro. Pues solo necesitaba minutos para alcanzarlo. Estaba seguro que se detendría en el lugar exacto…

«—No, Jacob. Por favor, no le hagas daño. Es mi culpa. —Quise acercarme, en el momento que Jacob arrastró a mi hermano por el pasadizo estrecho de la casa —Ni se te ocurra, maldito bastardo, ni se te ocurra. —No podía sacar esas palabras de mi mente.

—No, Bully, quédate quieto. No te acerques —gritó Billy entre quejidos. Mientras mi madre observaba muda en su asiento. Pues estaba ahí, pero no existía para nosotros.»

Detuve mi coche a metros del suyo. Estaba predicho, sé que estaría afuera quejándose.

—Maldita chatarra de mierda —repitió dos veces en voz alta, mientras pateaba la llanta delantera derecha.

—¿Puedo ayudarle en algo, señor? —dije, luego de bajar del auto y acercarme lentamente.

Al escucharme asomó su cabeza sobre el capó —nuevamente se me descompuso este vejestorio —respondió un poco más tranquilo. Pues para él, yo era su salvación.

—Debería revisar el medidor de gasolina, tal vez sea eso —respondí casi afirmando, mientras observaba el coche.

Se acercó a la puerta del piloto, la rodeó y asomó su cabeza dentro del coche.


—Tienes razón, tenía el tanque vacío, espera… ¿Cómo lo sabías? —retrocedió y giró hacia mí.


Lo golpeé en la cien con una manopla de acero. La había modificado, en los nudillos le había soldado una placa lisa y curva, a su medida. No quería ensuciarme con su sangre asquerosa. Lo aturdí, suficiente como colocar mis manos sobre su garganta.

—Ni se te ocurra, maldito bastardo, ni se te ocurra —le dije mientras estrujaba su garganta.

Tenía los mismos ojos de Jacob. Sus manos olían a él. —Ahora yo soy quien te protege Billy, nadie más te hará daño —hablé entre mis pensamientos.

Sus quejidos fueron intensos, mientras se retorcía. Mirándome con esos ojos azules casi saliendo de orbita. Abriendo el hocico con la lengua entumecida.

—Ahora quién se queda paralizado, inútil —pensé en voz alta.

Este cuerpo solo iba saciar por el momento el hambre de venganza. Sé que Billy estaría orgulloso de mí si estuviera aquí, pero esa sucia detective lo mató. No es hora de estar pensando, debo actuar de acuerdo a lo planeado. Llevaré el cuerpo al depósito, para comenzar el procedimiento…

«—Observa como lo hago, Bully —se dirigió hacia mí, mientras tomaba el bisturí.

Hizo un corte a dos dedos del pezón izquierdo de su obra, como así lo llamaba, ya muerta. Introdujo con cuidado la cánula para drenar toda la sangre.»

Esta vez me encontraba sin la ayuda de Billy, pero sabía que él me había preparado para este momento, así que comencé con el procedimiento.

Drené hasta última gota de sangre de ese bastardo, luego hice un corte a la altura del abdomen para vaciar todo el interior. Sus asquerosas vísceras cayeron sobre el pavimento deteriorado del sótano de aquella cabaña a la que le llamaba depósito. Saqué las dos cubetas de pescado que había guardado en un congelador. Rellené de pescado congelado su interior, cosí su abdomen y apliqué una grapadora para asegurar el corte. Extraje sus repulsivos ojos azules, no permitiría que me volvieran a ver; tomé un par de repuestos de los pescados sobrantes y se los coloqué, no podía dejar esos espacios vacíos.

Preparé el cuerpo para dejarlo unos kilómetros de donde lo había estrangulado. Regresé a casa más tranquilo y después de un par de horas encendí el televisor esperando que mi obra, como la llamaba Billy y como ahora yo la llamo, saliera en las noticias. Otra obra mía terminada con éxito, otra obra de “Mr. Poke”.


Nota: Este cuento fue publicado en la antología TENEBRARUM IV.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario